MIRADA SORELA

Comparación

Apartado: Sastrería

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La escala humana

Los frescos del renacentista Fra Angelico
en el monasterio de San Marcos, en Florencia,
agrandan las celdas. Véase:
Lección del ángel

El número de imágenes y de comparaciones posibles es superior, muy superior al de granos de trigo multiplicados por las casillas del ajedrez según el célebre cuento egipcio, y sin embargo tendemos a resignarnos a unas pocas: alto como un armario, ojos como carbones encendidos, etc.

De la comparación podríamos hablar sin término, pero si alguien dice que un hombre mide 1.80 de alto, por 60 de ancho y 35 de fondo, esa información nos puede servir para desenmascararle como un tecnócrata. Hay muchos, desde que Kant dijo que lo empírico y sólo lo empírico es la única medida aceptable y fue consagrado como el profeta de una nueva religión definitiva y absoluta. Desde entonces sufrimos una sobrevaloración de lo medible. De la cifra. De la estadística.

Por culpa de Kant las abuelas prefieren los ingenieros a los poetas como maridos para sus nietas, negándose a comprender que un matrimonio depende más del talento para la conversación que de la capacidad para pagar las letras de una hipoteca. El trágico resultado es que la versión más creída de la realidad es la que proporcionan autores  que esconden su falta de imaginación en la melancólica idea de que la verdad se alcanza con básculas y calculadoras.

Picasso sabía que cualquier hombre reconoce a otroUna posible forma de mejorar «el dato», que es tan sólo un indicio de la realidad, suele ser la comparación, y a ser posible la comparación humana: para saber cuán grande es una pirámide ponemos a su lado la figura de un hombre. Y entre pirámide y hombre se establece una relación que comprendemos de inmediato. Un fenómeno, dicho sea de paso, evocador de la metáfora, que descubre parentescos, ocultos hasta que el poeta los saca a la luz.

La escala humana, como nos enseñaron Grecia y el Renacimiento y combaten los tecnócratas sin cansarse, incluidos los totalitarismos, es la más eficaz de las comparaciones pues es la que comprende cualquier hombre, en cualquier circunstancia. Por eso es la preferida por definición en periodismo, donde las catástrofes, por ejemplo, se miden sobre todo por sus efectos sobre ellos. Es algo que también podemos ver en Shakespeare, otro renacentista, donde la mayor parte de los símiles son humanos… y nos descubren al ser humano.

«Vuestra belleza que me incitó en el sueño a emprender la destrucción del género humano con tal de poder vivir una hora en vuestro seno encantador».

(Ricardo III)

Y en Picasso, que se pudo librar a todo tipo de experimentos, en apariencia muy arriesgados… sobre todo porque había comprendido ese principio: hijo de un profesor clásico de pintura, toda su obra está constituida por variaciones sobre el cuerpo, y variaciones, si se miran con cuidado, muy respetuosas con la escala original.

Y el cuerpo humano es algo que todos reconocemos sin necesidad de haber recibido ni la primera clase de arte moderno.