MIRADA SORELA

Trasladar o crear

Apartado: Sastrería | Siete años de Blog

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p.S (dibujo)
«Los antiguos no copiaban ciervos en las paredes. Los re-creaban».

Sastrería

¿Cuánto de un periódico es auténtica novedad o simple traslado de datos desde otro, desde un telediario, una nota de prensa? Esa es fácil de responder, de confirmar, y sobre todo en estos tiempos. La pregunta se complica cuando hablamos de una entrevista, un relato, una obra de teatro o una novela. O incluso de un ensayo filosófico. ¿Cuánto de lo que leemos viene de la cabeza creadora y no de la cabeza ya no imitadora, que no es posible eludir, sino directamente copiadora?

Cierto: el problema es viejo, aunque no tanto como las cuevas de Altamira, donde no se plantea: los antiguos no copiaban ciervos en las paredes, los re-creaban. No es lo mismo; entre otras cosas porque tampoco tenían los medios para copiar.

En estos tiempos el problema es más agudo que nunca, aunque sólo sea porque, con los mecanismos electrónicos, en un fin de semana se puede copiar -trasladar de un sitio a otro- hasta una tesis doctoral, y con posibilidades de que el tribunal ni se dé cuenta, adiestrado en los tiempos en que esa operación tomaba cierto trabajo, e incapaz de comprobar todo lo que hay publicado en ese campo. Más aún: no darse cuenta requiere cierto trabajo y a lo mejor ese tribunal no está dispuesto a invertirlo.

Cualquiera que frecuente la universidad, entre otros sitios llenos de espejos, percibirá hasta qué punto el corta y pega se ha convertido en una de las señales de nuestro tiempo. No es que sea una operación generalizada; es que está tan aceptado que los protagonistas ni se dan cuenta y tienden a considerarlo normal, igual que parte de las mesas de novedades editoriales en las librerías o las carteleras de cine. O que tantos internautas que consideran normal y hasta moral bajarse películas y canciones sin pagar derechos de autor y dando por hecho que tal situación se puede prolongar de forma indefinida. Igual que niños de EGB, no es difícil encontrar entre ellos a quien piensa con naturalidad que ese traslado de datos es lo que se entiende por conocimiento. Y ni siquiera pasando por la denostada memorización, que podía ser «la inteligencia de los tontos», como se decía, pero al menos suponía un esfuerzo.

A qué se debe el fenómeno admite respuestas dignas, estas sí, de varias tesis. Siempre y cuando sean de la categoría que merece tal nombre y que son -pese a la presión de los estadísticos y sociólogos descriptivos- las tesis ensayistas o especuladoras. Las que proponen ideas –tesis-, y no se limitan a describir y contabilizar realidades con la pretensión de que eso, y no otra cosa, es la ciencia. Y quizá está ahí una de las raíces del fenómeno (hay muchas más): un sistema de enseñanza que induce a la repetición antes que a la reflexión, a la copia antes que a la propuesta, un sistema que sigue desconfiando de la creación, como siempre, pues desde siempre la creación está reservada a los dioses. Algo que sin duda nosotros no somos. Los dioses se sentirían humillados si les dijeran que su trabajo consiste en copiar.