Que los banqueros, un día cualquiera

Que los banqueros, un día cualquiera

Que los banqueros, un día cualquiera, amanezcan modestos y un poco encogidos. Que los cipreses tengan en febrero una pubertad tranquila. Que en los quioscos broten geranios sobre las revistas del porno rosa. O cafés cortados. Algo. Que sigamos descubriendo en pasillos...